Se ha quedado rezagada la última entrega del viaje a Lisboa. El día de vuelta para terminar hicimos un parada en Évora, motivada por su bien merecido Patrimonio de la Humanidad.
Su origen se remonta a la época romana, de la que conserva además del templo romano, las termas y algún elemento de la muralla del siglo III.
La catedral está dedicada a la Virgen María. Se inició su construcción en el siglo XII, poco después de la reconquista, siendo consagrada en 1204. Con sucesivas ampliaciones y reformas marca la transición del románico al gótico.
Évora fue residencia de los reyes de Portugal en el siglo XV, hecho que contribuyó a su esplendor.
Además conserva el acueducto, del siglo XVI y un conjunto urbano representativo de los siglos XVI a XVIII por el que merece la pena perderse.