En esta etapa del viaje a Israel visitamos el desierto de Judea, concretamente La Masada, Massada o Masadá y el mar Muerto, la vez que más bajo he caído, a 435 m bajo el nivel del mar.
 
Nos impresionó bastante la historia de la Masada, sobre todo su final. Había servido ya  como  fortaleza desde el siglo II a. C. pero fue Herodes el Grande quien la convirtió en su palacio. A juzgar por el emplazamiento no se esperaba nada bueno. Se trata de una meseta natural a unos 450 m. sobre el mar Muerto con acantilados de hasta 400 m de altura, un buen sitio para defenderse.
 
Al comenzar la rebelión judía en el 66 d. C. un grupo de judíos rebeldes radicales, los sicarios, tomaron el control de la Masada. El nombre proviene del arma que utilizaban, la sica, una espada corta que ocultaban bajo sus túnicas. Durante la misma fueron acogiendo a numerosos judíos que huían de los romanos.
 
No fue hasta 3 años después de la caída de Jerusalen, en el  73 d.C. cuando Flavio Silva, comandante de la Legio X Fretensis se decidió a tomarla.
 
Construyó 8 campamentos y rodeo la meseta de una muralla con torres de vigilancia para asegurarse de que nadie saliese de allí. Los restos de los campamentos son perfectamente visibles desde la Masada.
 
Para el asalto,  mandó construir una rampa de tierra para salvar el desnivel más bajo de la meseta que aun así es de unos 100m, donde colocó la torre de asalto.
 
El final del asedio fue terrible. Cuenta Flavio Josefo, el cronista de guerra, que para evitar la vergüenza de rendirse a los romanos decidieron quitarse la vida, pero como la ley judía prohíbe el suicidio lo organizaron de la siguiente forma: Cada hombre se encargó de matar a su familia, mujer e hijos. Realizaron un sorteo para que 10 hombres mataran al resto y uno de ellos a los otros nueve, este sí se suicidó. Los romanos encontraron 950 cadáveres y solo 7 supervivientes, dos ancianas y 5 niños.
 
Esta es la versión heroica, la arqueología no ha conseguido demostrar el suicido colectivo, sí que se han encontrado restos de combates entorno a la rampa, pero hay quien dice que nunca se terminó. Sea como fuera los romanos tomaron la Masada y tras siglos de olvido, ésta se ha convertido en símbolo heroico del pueblo judío.

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