En el segundo día, el plan era subir a esquiar, las previsiones no eran buenas, pero claro, el día de antes fallaron estrepitosamente, así que como por la ventana se veía Cerler despejado, nos preparamos y a las 9 ya estábamos con las botas puestas esperando a que abriesen la estación. Pero entonces empezó a nevar, y tras unos momentos de duda nos vino a la cabeza el incidente que tuvimos en la carretera de Cerler hace unos años y decidimos quitarnos las botas y bajar a Benasque.
 
El plan alternativo fue Eriste, pensamos que muy mal se tenía que poner la cosa para no poder regresar. Decidimos rodear el embalse de Linsoles y resultó un paseo fantástico, con nieve, y el ambiente especial que tiene la bruma y la soledad. A pesar de estar junto al pueblo en toda la mañana  nos cruzamos con dos personas.
 
Nada más llegar vino a recibirnos un cisne, que tan pronto nos vio se cruzó el lago para venir con nosotros, pensamos que tendría hambre así que le dimos unos trozos de galleta. Eso si tan pronto como nos vio poner un pie cerca de la orilla se lanzó a picarnos el pie, se ve que estaba dispuesto a compartir nuestra comida pero no su lago, así que aquí termino nuestra relación.

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